¿Después de tanto tiempo me vas a contar cómo llevar la correa?
Hombre, pues si, qué le vamos a hacer, vas por la calle y ves a la gente enredada en esas correas extensibles para perros, con el brazo extendido intentando contener a su cocker de trineo, o sin saber cómo impedir que saque la cabeza de la correa.
Hay muchas razas en las que la cabeza tiene menos diámetro que el cuello y el perro aprende increíblemente pronto a clavarse en el suelo y sacudir la cabeza para soltarse, y sin necesidad de que se le enseñe.
Es tan simple como utilizar un collar para perros de cuero o de nylon o del material que quieras lo suficientemente ajustado (sin ahogarlo, por favor) y sujetarlo al mismo mosquetón que un collar estrangulador de su talla, el estrangulador no se tensa cuando tiramos de la correa para perros, sólo funciona como cinturón de seguridad si se saca el collar fijo.
Un perro normal, o sea uno cualquiera de los que vemos por la calle, tiene un paso más bien errático, se cruza mil veces por delante del dueño y tira y se queda atrás. Es mucho más fácil de controlar con una correa de una longitud adecuada (las de dos metros van estupendamente) que con una correa corta, que con cualquier movimiento te hace tropezar. Es importante que el material de la correa para perros sea cómodo para nosotros y que sea lo suficientemente fuerte para que no ceda por las costuras ni se parta.
La forma de andar con nuestro perro no debe hacer que extendamos el brazo para poder sujetarlo, el hombro y el codo sufren horrores y podemos hacer mucha menos fuerza. El brazo hasta el codo debe permanecer pegado al cuerpo y la correa no se debe tensar, una correa tensa anima al perro a tirar todavía más. Y si el perro es fuerte y esperamos un buen tirón, la mejor manera de sujetarlo es con las dos manos a la altura de la cintura, es donde hacemos más fuerza y es más difícil que nos desequilibre.
Los tirones de la correa no tienen una utilidad demasiado clara, el perro sólo intenta evitarlos pero no tiene muy claro a qué vienen. Es mejor pararlo y no dejarlo volver a andar hasta que se calme que dejarlo tirar y tirar y tirar. Antes o después descubrirá que sólo puede dar un paseo tranquilo si no tensa la correa y que con lo demás sólo consigue interrupciones.
Las correas extensibles tienen sus ventajas, pero con ellas el perro no controla la distancia a la que puede moverse y cuándo se equivoca por andar muy lejos o cuándo puede irse sin provocar el tirón correspondiente. Además hay que prestar mucha atención al mantenimiento del extensible porque se parten o se les abre el muelle cuando menos falta hace.
También está la opción de llevarlo suelto, pero que vaya suelto implica que tu control sobre él debe ser total, no puedes estar expuesto a que se le cruce una perra y se largue detrás o vea a un colega y se vaya a partirse la cara con él, o se meta debajo de un coche o deje caer a un ciclista. En definitiva, sea cual sea la forma de pasear al perro con correa , no importa, somos responsables de cualquier daño que el perro pueda provocar, aunque se escape.