Los lobos y los perros comparten un lenguaje corporal que ha sido ampliamente estudiado y documentado. Hasta aquí de acuerdo.
Todos sabemos por qué mueve el rabo (por cierto, no es lo mismo el movimiento a media altura, que es amistoso, que el movimiento por encima del lomo, que es de dominio y puede acabar en pelea), cuando levanta las orejas o cuando levanta el pelo del lomo lo que pretende.
Qué pasa cuando tiene amputada la cola (bobtail, por ejemplo), tiene las orejas enormes (cocker, por ejemplo) o una larga y sedosa capa de pelo (como el bichón maltés, por ejemplo) o unos rizos largos y pesados como el perro de aguas español o el Komondor.
Hay perros en los que el lenguaje corporal es mucho más sutil por necesidades morfológicas, de forma que un perro con las orejas cortadas, por llevarlas más tiesas, o un nórdico por llevar la cola más alta representa para otros perros un desafío mayor que un bobtail que no enseña los ojos, no tiene rabo y no levanta las orejas.
De todas formas ellos procuran dejar bien claro cuándo buscan pelea o cuándo permiten el acercamiento.
Cuándo dos perros se acercan lo suficiente, el hecho de que uno de ellos coloque su cabeza (y haga fuerza con ella) sobre la cruz del otro provoca una confrontación inmediata si el otro no está dispuesto a rendirse.
También es un indicador de su tamaño, y por tanto de su capacidad para defender el territorio que reclaman, la altura a la que son capaces de marcar con orina, por eso siempre intentan que su marca quede más alta que las que hayan dejado previamente.
Ahí también llevan las de perder los perros más bajitos.
Es importante poder leer estas señales tanto en tu perro como en las del que viene de frente para evitar tener que estar siempre mediando en peleas de perros; pero no es conveniente andar siempre tenso cuando se cruce con otro porque nuestra actitud acaba influyendo en el estado nervioso de nuestro perro.