Es peligroso que un cachorro se aburra, busca entretenimiento por su cuenta, muerde el cable del teléfono, el pico de la alfombra, se lleva la ropa del cesto y nos ahorra la plancha, nos encontramos con zapatos sin tacones o puertas sin tiradores.
¿Qué hacemos con él? un cachorro no tiene cansancio, aunque juguemos con él, necesita algo que lo estimule y redirija sus ansias de nuevas experiencias.
Podemos esconderle comida y pedirle que la busque, ejercitar el olfato hace que se centre y lo obliga a mantenerse sobre la pista el tiempo necesario. Este ejercicio nos va a venir muy bien para tranquilizarlo durante toda su vida.
Hay muchos juguetes interactivos que lo obligan a pensar para conseguir su premio, también tenemos mordedores que pueden rellenarse con el pienso que se vaya a comer durante el día y hacen que tenga que trabajar por su comida en lugar de terminarse su ración en dos minutos.
Es además la mejor época para que conozca cosas nuevas, para que lo sometamos a nuevas experiencias, que descubra olores, por ejemplo, que vea los patos del parque, o que conozca a los caballos, que se acerque a todas las personas ajenas a su entorno que quieran acercarse a él, que conozca niños que lo traten con cuidado porque, para un perro adulto, un niño es un poco estresante si no ha tenido experiencias previas.
Si algo le da miedo debe sobreponerse sólo, a su paso, no vale sobreprotegerlo, cogerlo en brazos ni obligarlo a acercarse, todo esto no va a hacer más que aumentar su inseguridad.
Durante esta época, la mejor forma de castigarlo (más adelante también, pero va a ser menos necesario, espero) es alejarlo de nosotros, ignorarlo durante un rato, y luego volver a incluirlo sin darle importancia a este periodo de aislamiento. Al fin y al cabo así es como lo hacen los perros con sus cachorros, o lo que hacen entre ellos cuando se ponen demasiado pesados o su juego se vuelve demasiado duro.