Es un carácter sagrado. Bajo su apariencia de bonachón y su reputación de perro cazador, muy gentil, no es de tan buena pasta como se cree.
Grupo: 6 (perros de tipo sabueso, perros de rastro (exceptuando lebreles) y razas semejantes.
Talla: 60 cms. (hembra), 67 cms. (macho)
HISTORIA
- – Citado bajo su nombre actual por Du Fouilloux en el siglo XVI
- – Desaparecido de las jaurías reales en 1570 y reintegrado en las de Napoleón III.
- – Muy raro en su país de origen, Bélgica, su cría se extiende sobre bases inglesas a finales del último siglo.
Características
- Peso: de 40 a 50 kilos.
Colores: negro y fuego, marrón y fuego o unicolor leonado. - Pelo: Corto y bastante duro.
- Cabeza: grande, pero no ancha, profundamente arrugada, cráneo en punta, belfos y orejas muy largas.
- Cuerpo: Masivo, caja torácica y flancos anchos, vientre ligeramente levantado.
- Cola: llevada curvada, pero no en trompeta o sobre la espalda.
- Carácter: Tranquilo y afectuoso, macho altivo y dominante, poco ladrador, instinto cazador.
CUIDADOS
Con su pelo tupido, pero corto, áspero al tacto, no necesita ningún cuidado especial y posee una gran rusticidad. Sus pliegues profundos no suelen ser motivos de problema, pero es bueno asegurarse de que no sean el origen de alguna infección. Debemos vigilar los párpados ya que su enroscamiento puede provocar una irritación de los ojos: debemos pues revisarlos periódicamente. Si vive en casa, debemos asegurarnos de que tiene los belfos limpios. En razón de su peso debe tener una manta o cojín en el lugar donde suele acostarse – aunque le encanta la comodidad, aceptará de buen grado el lecho que le asignemos.
SU PERSONALIDAD
No es perro de difícil convivencia ya que es muy tranquilo. Pero también es sabido que no posee mucha vocación de guardián. No desea ningún mal a los visitantes, aunque su volumen y su expresión un poco ausente lo hacen parecer muy disuasivo. Destaquemos que algunos sujetos que son, sin duda una excepción dentro de la raza, son auténticos guardianes. Pero, en general, el Saint Hubert no es del todo mordedor.
Aprende sin ninguna dificultad especial las órdenes de base, pero no es un perro que se pueda adiestrar alegremente.
Es un perro dulce y afectuoso, pero a fin de cuentas un independiente. Su independencia queda sobrepasada por su gentileza y una gran sencillez. No debemos olvidar sus ascendientes cazadores.
Debemos diferenciar el macho de la hembra, el primero es un león, que no soporta muy bien la convivencia con otro macho. En los paseos no es agresivo de forma sistemática, pero no se deja dominar. De hecho, posee un instinto de jauría muy fuerte y por ello no puede tener un jefe. Esto significa que el dueño debe saber imponerse, sin ser mezquino, gruñirá si queremos quitarle la cama donde se le ha prohibido subir, por ejemplo; si el dueño no pone un tope acabará por instalarse en ella, a no ser que cerremos constantemente la puerta de la habitación.
Tendremos lo que se llama un perro de convicciones: debemos constantemente anticiparnos a sus reacciones para esquivar los pequeños problemas que pueda ocasionar en la vida cotidiana. Para evitar llegar a esto es mejor mostrarse inflexible desde los primeros meses. La hembra es mucho más fácil, tanto en casa como con los otros perros. Sin duda, un poco menos imponente, es más manejable y dispuesta a complacer a la familia.
Es perfecta para cualquier carácter. Los dos se sienten a menudo atraídos por los niños. Los dos dan muestras de una gran paciencia a sus atenciones. Debemos, como ocurre con todos los perros, procurar ponerlos en contacto con niños desde cachorros para poder desarrollar con ellos una verdadera complicidad.
El Saint Hubert o Sabueso de San Huberto es, sin duda, un perro particular a la vez que posee una infinita gentileza y carácter. Sin olvidar sus dotes para la caza y el rastreo en la que da muestras de una increíble tenacidad. En cuanto a su olfato, es muy simple, tiene fama de poseer el más fino.
EDUCACIÓN
Con el macho, debemos ser el jefe. Esto no presenta ninguna dificultad, puesto que cuando es manejable no debemos preocuparnos, es decir hasta que no sea necesario. Debemos poder quitarle su plato de comida ante él, imponer las prohibiciones en casa y en el jardín, no tolerar que gruña. Así cuando llegue a adulto será un señor. El aprendizaje de la llamada es muy útil, pero debemos ser pacientes, pues posee la facultad de hacer aquello que se le mete en la cabeza y con su mirada melancólica, acabaremos dándole siempre la razón.