A la mayoría de perros les encanta tener un líder humano pero, en ocasiones, un perro puede retar su liderazgo.
Puede hacerlo empleando señales sutiles, como tumbársele a los pies y negarse a moverse cuando usted se pone de pie, o actuando de modo agresivo.
Si esto ocurre, deberá tomar medidas serias para controlarlo, aunque la clave es hacerle saber que es usted quien manda, pero sin provocar una confrontación.
Desafío por el dominio
En estas situaciones, conviene no moverse demasiado rápido, porque, una vez un perro ha empezado a reafirmar su dominación, percibirá cualquier oposición como un desafío y se negará a ceder terreno.
Vaya reafirmando su liderazgo gradualmente al tiempo que va reduciendo las tendencias agresivas del animal.
Dele menos proteínas
Muchos perros tienen una dieta demasiado rica en proteínas, que implican más energía y, en los perros con personalidades fuertes y dominantes, más energía puede derivar en competiciones de poder.
Se recomienda comprar comida para perros con un nivel de proteínas inferior al 20%.
Hágale moverse
El ejercicio hace que su perro libere la energía excesiva, apagando así sus ansias de dominio. Además, el ejercicio libera endorfinas, las sustancias químicas relajantes del cerebro y causantes del buen humor de su perro.
Hágale caminar, correr y practicar otros ejercicios extenuantes durante al menos 20 minutos al día. Los perros grandes y los hiperactivos, como los collies border, requieren más tiempo.
Evite las confrontaciones
Existen dos situaciones que suelen derivar en confrontaciones si el perro tiene tendencias dominantes. La primera es la competencia por un objeto preciado.
Hasta que el perro haya asimilado su lugar en la familia, no le quite sus juguetes o cualquier otra cosa que considere suya.
Al menos, no lo haga en su presencia; es mejor deshacerse de los objetos “problemáticos” si no está.
La segunda causa de enfrentamiento es una reacción a una supuesta amenaza.
Los perros dominantes pueden reaccionar mal si se los coge por sorpresa, por lo que es recomendable no molestarles cuando descansan ni aparecer repentinamente.
Si bien su función como líder es tener la última palabra, no hay nada malo en mostrarse flexible con su perro mientras le enseña a ser subordinado.
Un enfrentamiento cara a cara sólo alentará su determinación, mientras que unos ajustes graduales en la relación pueden conducir a cambios más duraderos.
Practique órdenes de obediencia
Este es un buen método de reforzar su papel de líder
Y de enseñar a su perro a respetarle. No es necesario ser un adiestrador experto ni
dedicar varias horas a sesiones formales de instrucción diarias.
La idea es que su perro se acostumbre a cumplir algunas órdenes simples –como siéntate, baja, quieto o ven– y repetir las lecciones dos veces al día durante unos 5 ó
10 minutos. Una vez cumpla las órdenes durante las sesiones de entrenamiento, es más probable que las acate también el resto del tiempo. Hágale cumplir estas órdenes para ganarse lo que quiera, sus juguetes, comida o pasar tiempo con usted.
Marque la pauta
Ser líder es un trabajo a jornada completa. Incluso cuando juegue con su perro, deberá asumir el mando. Esto implica que es usted, y no él, quien decide cuándo empieza y cuándo concluye la hora de jugar. Usted decide si va a ser un juego agitado o calmado.
Y cuando se canse de jugar, simplemente coja la pelota y váyase a casa. De esta manera, su perro seguirá su pauta, en lugar de ser usted quien siga la suya.
Usted debería ser quien decida a qué van a jugar
Los mejores juegos son aquéllos consistentes en dar órdenes para reafirmar su posición de líder. Por ejemplo, cuando lance una pelota, ordene a su perro que deje la pelota en el suelo cada vez que la recupere.
Conviene evitar los juegos violentos, como las peleas juguetonas, y los juegos de tira y afloja con una cuerda.
Estas actividades estimulan la agresión y lo enfrentan a su perro. Cuando un perro de naturaleza dominante gana en un juego, pensará que está un paso más cerca de arrebatarle la posición de líder.
Gánele en astucia
Independientemente de lo dominante que haya sido su perro, usted cuenta con un as en la manga: es mucho más inteligente que él.
Esto implica que no siempre tiene que recurrir al enfrentamiento; a veces, un pequeño truco basta.
Imagine, por ejemplo, que su perro sale corriendo con algo que no debe coger, como su zapato, y luego reacciona de manera agresiva cuando usted intenta recuperarlo. No es necesario regañarle.
Ofrézcale algo que le guste más, como su juguete preferido o comida y, cuando suelte el zapato, aléjelo de él y quítelo de su vista.
Ya lo recuperará más tarde.