Los perros son grandes comunicadores que, además de la voz, utilizan su lenguaje corporal, expresiones faciales y olor. Aunque sus mensajes son comprendidos por otros perros con mayor facilidad, si observa con atención, no tardará en comprender qué se dicen unos a otros.
Los perros no pierden tiempo en presentaciones
Segundos después de conocerse, ya saben el sexo del otro, su edad y su estatus y, tácitamente, comprenden quién ocupa un rango más elevado.
A partir de entonces, pueden empezar a jugar o tomar direcciones opuestas o, en caso de que existan diferencias sobre quién es superior, pueden discutirlo con una pelea breve, pero rara vez seria.
Aunque parezca sorprendente que los perros puedan obtener tanta información en tan poco tiempo, no es ningún misterio.
Como las personas, los perros emplean algo más que su voz para comunicarse: recurren desde al lenguaje corporal y al olor hasta a las expresiones faciales.
¿De qué hablan los perros?
Los perros tienen muchas cosas que decir, gran parte de ellas relacionadas con su pasado. Dado que son animales gregarios, dedican tiempo a establecer su estatus: quién ocupa cada posición en la estructura social y quién da las órdenes; hablan sobre los límites, la defensa de su territorio y posesiones, como comida, juguetes e incluso, desde su punto de vista, sus humanos.
“Aunque sus emociones no perduran como las nuestras, los perros sienten miedo, emoción, alegría, estrés, inseguridad y confusión”.
Y a diferencia de las personas, no ocultan sus sentimientos. Con sólo observar cómo actúan y reaccionan puede descifrarse qué intentan decir.
Aprendizaje de la comunicación
Durante las primeras siete u ocho semanas de vida, los cachorros aprenden las bases de la comunicación del mejor profesor de todos: su madre. Por ejemplo, cuando quiere empezar a destetarlos (en la época en que comienzan a salirles los dientes), la madre se muestra enfadada. Con ello los mantiene alejados. “Si persisten, gruñe un poco y, si ni aún así la entienden, gruñirá de verdad, para hacerles ver que habla en serio”.
En cambio, la madre les hace entender qué es aceptable pasando por alto o aprobando sus acciones. “Si un cachorro juega a rascar las orejas de otro, sin intención de herirle, haciendo caso omiso a su acción la madre le hace saber que lo que hace está bien”.
Los cachorros aprenden rápidamente a comunicarse entre sí. Dado que juegan mordisqueándose, un mensaje importante es “eh, eso duele”.
Cuando un cachorro muerde a otro demasiado fuerte, la víctima gañe para indicarle que se ha pasado.
Los cachorros aprenden a “contener” sus mordiscos, lo cual les permite llevarse bien. “Si gañes, el cachorro deja de morderte”. Es mucho más eficaz que ninguna orden, porque le hablas en su idioma.