Los perros son una parte importante y querida de la familia. Durante largo tiempo compartirá su vida con su perro, por lo que mejorar la relación mediante una buena comunicación tendrá efectos positivos a largo plazo para ambos.
Los perros tienen una capacidad asombrosa para entender los sentimientos de las personas.
Comunicación entre hombre y perro
No guardan rencores, nos quieren a pesar de nuestros defectos y están ahí día tras día. La relación con nuestro perro puede durar más que cualquier trabajo, amistad o matrimonio. Por ello, no es raro que muchas personas hablen con su perro… Es su mejor amigo.
Los perros son miembros de las familias con todas las de la ley. Aunque no hablamos ni gota de labrador, existe continuamente una comunicación directa entre nosotros y nuestros perros. Los perros perciben nuestro humor y nos permiten ser nosotros mismos.
No sólo los componentes humanos de la familia aprecian los lazos estrechos. Además de los extras obvios –comida gratis, un sitio cómodo para dormir y cosquillas en la barriga–, los perros obtienen una satisfacción emocional tremenda de su relación con nosotros.
Son seres sociales por naturaleza y conciben a las personas como parte de su manada: el equivalente canino a un hogar feliz. “Tumbarse y oírnos hablar forma parte de esa vida humana”.
Si bien nuestras relaciones con los perros se rigen por ciertos parámetros “humanos”, como el respeto mutuo y el cariño, nos separa una distancia inevitable. Después de todo, pertenecemos a especies diferentes y vemos el mundo y nos comunicamos de un modo totalmente distinto.
En ocasiones, los perros nos dicen algo que no entendemos y, en otras, somos nosotros quienes queremos decirles algo, pero no sabemos cuál es el mejor modo de hacerlo. Pero esto no implica que no podamos hablar con nuestro perro, sino que debemos esforzarnos un poco más.
A menudo, cuando las personas tienen dificultades para relacionarse con los perros se debe a que asumen que son seres iguales, pero los perros no son como las personas, razón por la cual palabras y gestos muy claros para nosotros carecen de sentido para ellos o, en ciertos casos, significan precisamente lo contrario de lo que intentamos decirles.
Los abrazos son un buen ejemplo:
Para las personas, un abrazo es un signo maravilloso de afecto. Pero no para los perros. Su acto más cercano a un abrazo tiene lugar cuando un perro, al intentar dominar a otro, se agarra a su espalda con las zarpas.
Así, los perros perciben los abrazos (de los humanos y otros perros) como símbolos de competición, y no de cariño.
Aunque los perros malinterpretan los gestos con más frecuencia que las palabras, su vocabulario es bastante limitado, lo cual explica por qué la comunicación hablada puede ser la barrera más difícil de romper.
Pero la gente sigue intentándolo y habla con sus perros a todas horas: sobre el trabajo, sobre lo cómoda que es una almohada nueva o sobre la hora de dar un paseo.
Los perros tienen unos modales impecables y siempre se muestran interesados, aunque muchas palabras no sean para ellos más que un ruido confuso.
Nuestra entonación y lenguaje corporal
Pero las palabras importan poco, ya que, aparte de su nombre y algunas órdenes, los perros responden básicamente a la entonación y al lenguaje corporal. Sin embargo, son capaces de entender algunas palabras y frases, siempre que sean simples, claras y se usen repetidamente.
“Repetir muchas veces una palabra como «siéntate» no tiene sentido ya que el perro la ignora.
Quizá para comunicarse mejor deba prestar más atención, no sólo a los ladridos, sino también a los gestos y movimientos de su perro.
“Aprender a escuchar requiere mucha práctica, ya que solemos tener nociones preconcebidas de lo que nos dicen los perros”. Dedique tiempo a escucharlo y aprenderá mucho de su perro.
Aunque los perros se integran perfectamente en la familia humana, es inevitable que surjan conflictos, dado que ambas especies se conducen por normas distintas y pueden interpretar situaciones similares de modos muy diferentes.
Por ejemplo: Mientras que usted se alegra al recibir el correo, para su perro el cartero es un intruso; cuando no quiere moverse de la puerta, usted le llama vago, pero posiblemente le esté desafiando; o le compra una cama carísima para perros, pero él sigue tumbándose en el sillón, no porque sea más blando, sino porque es más alto y eso le hace sentir más poderoso.
Hablar con perros no es sólo dar órdenes
Hay que comprender por qué hacen lo que hacen. Conviene recordar que, en sus orígenes, los perros vivían en unas sociedades muy unidas y estructuradas llamadas manadas. Casi todo lo que hace su perro, desde revolcarse sobre la espalda hasta quejarse cuando le dice que baje del sofá, está motivado por su deseo de determinar su lugar en la “manada” familiar.
Eso no quiere decir que todos los perros quieran ser los jefes; de hecho, la mayoría prefiere no serlo. Pero conocer su lugar en la familia les resulta extremadamente cómodo.
Por este motivo, una de las reglas básicas de las relaciones humanas, “todos los hombres son iguales”, nunca funciona con los perros.
No es lo que diga, sino cómo lo diga lo que cuenta. Si le dice a su perro que baje de un sofá, no haga que suene como una petición. Las peticiones funcionan con las personas, pero pocas veces con los perros.
Cuando dé una orden, que suene como una orden: firme y autoritaria. Su perro sabrá que habla en serio y, lo más importante, recordará que su posición en la familia es inferior a la suya.
En lugar de sentirse resentido, se sentirá relajado, pues recordará cuál es su rango jerárquico.
Hablar con perros tampoco consiste sólo en pedirles que hagan cosas. Se trata de entender lo que sienten en cada momento. Los perros no hablan, pero su lenguaje corporal, su expresión facial y sus movimientos proporcionan pistas asombrosas sobre lo que piensan y sienten.
“Se puede aprender mucho de un perro con sólo mirarlo”
Los pastores alemanes son una de las razas de compañía más populares, porque son muy diestros en entender qué se les pide. Esto se debe más a una necesidad instintiva de complacer a sus amos que a una inteligencia innata.
Los pastores alemanes se adaptan a las personas con las que conviven mucho más que otras razas, por lo que les resulta más fácil entender órdenes habladas, señales hechas con la mano, expresiones faciales y el lenguaje corporal.
Comunicarse de manera efectiva con los perros implica mucho más que darles mensajes verbales claros. Es necesario entender qué les motiva a hacer las cosas.
Si observa a los perros con atención, aprenderá a identificar mejor los sentimientos más obvios, como la felicidad o la tristeza. Sabrá cuándo están inquietos o aburridos, cuándo quieren atención e, incluso, qué es lo siguiente que van a hacer.
Los perros son tan complejos como las personas y con frecuencia emiten señales confusas.
Su cola puede estar diciendo “¡juega conmigo!”, mientras que sus ojos dicen “¡estoy bastante tenso!”.
Por este motivo, las mismas normas no sirven para todos los perros. Pero una vez se familiarice con los hábitos y expresiones más comunes de su perro, sabrá exactamente qué le ocurre y qué pretende decirle la mayor parte del tiempo.
Desarrollará un fuerte sentido de la empatía, que es en lo que consiste la amistad.