Ocupa un lugar discreto en el seno de la familia de los Terrier, incluso posee todas las cualidades para cautivar a los aficionados del tercer grupo. Con una cabeza que le otorga aires de Briard y un cuerpo de Basset, es un perro totalmente singular.
Su cuna de origen dio su nombre a este Terrier escocés. Skye procede de las Hébridas, archipiélago situado frente al lado occidental de Escocia. En esta bella isla verde y frondosa, bañada por el viento y las lluvias este cazador aprendió a afrontar la rudeza del clima. Una de sus primeras descripciones se remonta al siglo XVII. Atribuida al Dr. Gaïus de la Universidad de Cambridge: “Se nos presenta un gozque mestizo, procedente de las regiones bárbaras de Norte que, por la longitud de su pelo, no enseña ni la cara ni su cuerpo”. Parece que se trata del Skye aunque la descripción no es muy elogiosa.
La reina Victoria adoptó uno en 1842. En 1860, los primeros sujetos hicieron su aparición en las exposiciones en Inglaterra. En un principio, cohabitaban dos tipos, el Skye de orejas derecha y el Skye de orejas colgantes. El primero fue el más extendido.
El Skye posee el cuerpo más largo de toda la familia de los Terrier, una longitud que puede sobrepasar el metro desde la punta de la trufa hasta la cola. Un cuello bien despejado, hombros anchos, pecho profundo, patas cortas pero muy musculosas, espalda recta. El Skye debe llevar la cola en la prolongación de la línea de la espalda, pero nunca derecha. Algunos dicen de forma anecdótica que Pollux no es más que un mestizo de Skye puesto que lleva la cola muy derecha.
Si lo observamos cuando camina, no marcha, se desliza. Su abundante y bello pelaje se compone de un subpelo corto, dulce y lanoso, y de un pelo de cobertura largo, tieso y duro. Las orejas están bien franjeadas, la cola también debe estarlo. Todos los colores unificados se admiten, pero a excepción del blanco. La única condición es que las orejas sean oscuras y con el final de la cola negro.
Todavía se comporta como un verdadero cazador, su instinto de depredador está siempre muy presente. Su mejor cualidad es su fidelidad. Aunque es el amigo de toda la familia, es el perro de un solo dueño al cual se apega de forma visceral. No soporta la vida en el chenil, la soledad ni que lo dejen de lado, Necesita paseos regulares, pero no un ejercicio constante. Será activo si nosotros lo somos, pero se adapta bien a una vida tranquila. El Skye no es un perro frágil, a excepción de algunos problemas de espalda, que o revisten demasiada gravedad, y que pueden aparecen cuando envejece.
SUTILEZA Y DIPLOMACIA
Muy popular en Finlandia, poco representado en Inglaterra con solo dos o tres criadores, el Skye terrier resulta casi confidencial en nuestro país.
Hace algunos años, desgraciadamente, la raza provocó unas inversiones por parte de criadores conscientes de que producían perros agresivos. Un largo trabajo de selección se inició para transformar este perro en un animal más sociable, alegre y equilibrado.
Posee un carácter estable y agradable, incluso conserva su temperamento de terrier, fuerte y seguro de sí mismo. Debemos dejarle actuar haciéndole creer que es él el que tiene la razón. Para conseguir esto es indispensable una educación basada en la sutileza, la diplomacia, la solicitud constante.
Le conviene un dueño no demasiado dulce ni demasiado inflexible. “Quien ha tenido un Skye vuelve a tener otro” dicen aquellos que lo han tratado ¿Hay otra prueba más convincente?
REFERENCIAS
Grupo: 3 Terrier
Talla: de 24 a 30 cms.
Peso: 15 Kgs.
CUIDADOS
El arreglo del Skye está lejos de ser exigente. Un cepillado semanal es suficiente para conservar la belleza de su pelo. Debemos ser precavidos con las patas y detrás de las orejas. (las franjas de las orejas son sedosas y frágiles). Serán precisos un poco más de cuidados durante la muda para evitar el desgaste del subpelo. Para las exposiciones, el rededor de las patas se acentúa. Debemos procurar que no tenga pelo entre las almohadillas. La ausencia de arreglo puede ser un argumento para los que deseen adquirir un Terrier, pero pueden desilusionarse por los inconvenientes de sus cuidados.
