El Bull terrier es en sí mismo una paradoja. Por sus peculiaridades física es, a priori, una de las razas más conocidas por los amantes de la cinofilia (todo el mundo asocia la palabra Bull Terrier a una cabeza acarnerada sin parangón y a un espíritu fogoso y combativo).
Pero al mismo tiempo es una de las menos conocidas (sólo los propietarios de un Bull o quienes han tenido un contacto con ellos son capaces de romper la frontera del tópico que supone un aspecto fiero y un carácter supuestamente agresivo).
En pocas palabras, el Bull Terrier es una raza fácil de reconocer, pero que únicamente quienes han convivido con ella conocen de veras.
Una vez que el contacto con la raza permite dejar de ver su ovoide cabeza únicamente como un elemento llamativo y el propietario de un Bull descubre un corazón siempre lleno de coraje, poco a poco descubre que detrás de la bestia se esconde un animal afable, noble, seguro de sí mismo, inteligente y con un cuerpo y un corazón de atleta de élite.
Desgraciadamente, el carácter del Bull Terrier se ha minimizado en sus aspectos más negativos, sin tener en cuenta que, al margen de sus orígenes como perro de lucha, hoy por hoy es una de las razas de compañía más apreciada en países con profunda tradición cinófila, como Inglaterra, Holanda o Alemania.
En las calles de ciudades británicas no es raro ver a una señora de cincuenta años dar largos paseos con un Bull por el parque, algo que en España muy pocos habrán visto.
Si algo distingue al Bull es su carácter.
Absolutamente fieles con su dueño y su familia, los Bull Terrier típicos deben ser activos, juguetones, curiosos y sobre todo, seguros de sí mismos.
Si no son así, sencillamente no pueden ser considerados Bull, por mucha cabeza y mucho hueso que luzcan.
Con una familia desenvuelta y dispuesta a hacer participar a su perros de las tardes de ocio y esparcimiento, el Bull habrá encontrado su lugar perfecto.
Si, por el contrario, se intenta que el Bull se un mero objeto decorativo para no hacerlo partícipe de su modo de vida, será mejor buscarle otro lugar donde poder desarrollarse como animal de compañía.
No hay que pensar en el Bull Terrier como un ejemplar de monte, aunque tampoco rechaza los largos paseos sin correa, pero no hay que llevarse a engaño: no es un perro de cuarto oscuro.
Por encima de todo, el Bull Terrier necesita liberar energía y utilizar su cuerpo musculado en contacto con las personas, a las que siempre respeta.
Muchos conocedores de la raza recuerdan que se puede llamar a un Bull siempre que se quiera y para lo que se quiera.
Acudirá para satisfacer los deseos de su amo, pero nunca se hará empalagoso. Cuando note que sobre se irá, sobre todo los machos, más pasotas que las hembras, que suelen ser más cariñosas.
En términos coloquiales, el Bull se convertirá en un colega. Puede llegar a ser un perro de trabajo, incluso en algunos países se potencia su posible faceta de guarda, pero por encima de todo es un perro amigo y compañero infatigable.
Para que la relación del Bull Terrier con su dueño sea así, es necesario someterlos a una educación rígida desde sus primeros meses de vida.
Los Bull son muy obstinados, pero nunca indómitos, y hay que mostrarles quién lleva la voz cantante.
De lo contrario aprovecharán la debilidad de su dueño para convertirse en los líderes naturales del grupo en el que se encuentran.
Con una disciplina, a la que nunca se negará, y ofreciéndole una normas de conducta claras, serán animales encantadores, sobre todo con los niños, con quienes establecen relaciones muchas veces fraternales.
Un Bull, un niño y una pelota forman un triángulo que las más de las veces acabará extenuando al adulto.
La rigidez también es necesaria desde la edad más tierna de los Bull para que no desarrollen el instinto agresivo que acumulan genéticamente por sus orígenes como perro de pelea.
Sería absurdo negar que desde que cuentan con dos meses de edad los cachorros, que parecen inmunes al dolor, pueden llegar a reñir entre ellos de manera mucho más violenta que otras razas, pero una reacción enérgica del responsable de la camada desterrará esa desviación no deseable que poco a poco ha ido eliminándose desde una cría esmerada para conseguir ejemplares equilibrados y respetuosos.
Afortunadamente hoy en día muchas líneas de sangre han logrado matizar la agresividad de sus progenitores iniciales sustituyéndola por otras características más positivas, como valentía y coraje.
EL ESTÁNDAR
Aspecto General
Perro fuerte, musculoso, simétrico, activo, con una mirada penetrante, de expresión inteligente y resuelta.
Es el gladiador del mundo canino, con gran coraje y valentía, ardiente pero manejable en la disciplina.
Independientemente de la talla, las características sexuales de los machos y hembras suelen ser bien marcadas. Su cabeza ovoide y su perfil convexo son únicos.
Cabeza
Larga, fuerte y llena de sustancia hasta el hocico, pero no debe ser tosca. Vista de frente es ovoide, con la superficie libre de surcos. Su perfil es convexo; se curva desde la nuca suavemente hasta la trufa, que de ser negra y perfectamente pigmentada.
El cráneo entre las orejas es casi plano y la mandíbula es muy fuerte y gruesa
Maxilares
Con dientes limpios y sanos, perfectamente implantados y ofreciendo un cierre en tijera, o sea que los incisivos superiores cubren a los inferiores.
Ojos
Deben ser estrechos, dispuestos oblicuos, triangulares, bien hundidos en las órbitas, negros o de un color marrón lo más oscuro posible. La distancia entre la trufa y los ojos debe ser algo más grande que de los ojos a la parte superior del cráneo (nuca).
Orejas
Pequeñas, finas y próximas entre sí; deben ir erguidas en vertical.
Cuello
Muy musculoso, largo, arqueado, exento de papada y se afina progresivamente desde los hombros hasta la cabeza
Extremidades anteriores
Los hombros deben ser fuertes y musculosos, pero no pesados; escápulas anchas, planas y ajustadas contra la pared torácica; deben presentar una inclinación hacia atrás del borde anterior, formando un ángulo casi recto con el brazo.
Los codos son rectos. Los miembros anteriores tendrán osamenta redonda y fuerte con aplomos sólidos, perfectamente paralelos entre sí y moderadamente largos.
La longitud desde los codos al suelo debe ser igual a la altura del pecho.
Cuerpo
Tórax bien redondeado, con las costillas curvadas y gran profundidad desde la cruz al esternón, de manera que éste esté más próximo al suelo que el vientre.
El dorso será corto y fuerte, con la línea superior horizontal a partir de la cruz.
La línea ventral forma una graciosa curva hacia arriba. El pecho ha de ser muy ancho visto desde el frente.
Extremidades posteriores
Han de ser paralelas vistas desde atrás. Los muslos serán muy musculosos y las piernas bien desarrolladas, con la rodilla bien acodada y el corvejón perfectamente angulado, con los huesos metatarsianos cortos y fuertes.
Los pies serán redondos y compactos, con los dedos bien arqueados.
Cola
Será corta, de inserción baja y debe ser llevada horizontal, gruesa en su nacimiento y se afina hacia la punta.
Capa
Pelo corto, áspero al tacto y de aspecto brillante. La piel debe exponer perfectamente la forma del cuerpo, haciéndose notar su extraordinaria musculación.
Color
El blanco ha de ser puro. La pigmentación de la piel y las marcas en la cabeza constituyen defectos. En los perros de color, éste debe predominar sobre el blanco, y se prefiere atigrado, aunque también se admiten el atigrado negro, leonado y tricolor.
Movimiento
Sólido, pero con pasos sueltos, regular. El trote se realiza con los miembros anteriores y posteriores, que se mueven paralelos entre sí; los miembros anteriores extendiéndose bien hacia adelante y los posteriores moviéndose suavemente desde las caderas y flexionando las rodillas y corvejones, con gran seguridad y dando mucho impulso.
Talla y peso
No existe límite de talla ni de peso pero debe dar la impresión de solidez de acuerdo al tamaño y poseer el máximo de sustancia en relación a su altura, teniendo en cuenta la calidad del ejemplar y el sexo.
Defectos
Prognatismo, ojos azules, cola excesivamente curvada hacia arriba y adelante, papada, aplomos incorrectos, angulaciones defectuosas, color blanco moteado o atruchado, color azul, color hígado, y todo aquello que no se ciña a lo descrito en el estándar.
Todos los defectos serán penalizados en función de su gravedad.
Nota.- Los machos deben tener los testículos de apariencia normal y completamente descendidos en el escroto.
EJERCICIO
Con treinta minutos en días alternos, este animal se mantiene bien. Si conseguimos centrar su atención en un juguete (el ideal, una pelota de goma maciza) será muy útil para todo: ejercicio, conducción y manejo general del animal.
Como todos, el Bull Terrier sigue el movimiento de las cosas; es decir, todas las cosas que se mueven le llaman la atención… Valiéndonos de este principio utilizaremos una pelota de volumen y flexibilidad que sea de su gusto.
Aprovecho para decir, como prueba de que sigue el movimiento, que gusta de morder los pies, el filo de los pantalones, la fregona, la escoba, etc. de los dueños cosas que, a mi juicio, por simple comodidad, debemos evitar.
Por ejemplo: un cachete cada vez que se produzca la situación, y no con un fregonazo, aprenderán que aunque la fregona o las piernas se muevan, no hay que morderlas.
LA SALUD DE LOS BULL TERRIER
Los Bull Terrier son una raza rústica en cuanto a su resistencia física, y sólo la ausencia de pelo largo puede dar problemas en latitudes más frías que la nuestra si el perro duerme al descubierto.
Por regla general, puede decirse que los Bull están prácticamente libres de enfermedades genéticas, que no de defectos relacionados con su estándar.
El principal problema hereditario es la sordera, común en los perros de manto blanco y que en los Bull se corrigió hace aproximadamente cincuenta años al admitirse los cruces entre perros blancos y ejemplares de color.
No obstante, existe casos de sordera por abuso de las líneas blancas que inhabilitan para la cría a los sujetos afectados.
Desgraciadamente, en España aún hay quién ofrece para la venta perros con problemas de sordera impunemente.
Uno de los problemas más comunes en muchos Bull es una propensión a padecer alergias en la piel, según algunos veterinarios europeos acostumbrados a trabajar con Bulls.
Ciertos insectos, tales como pulgas y a veces mosquitos y ácaros, producen una respuesta urticaria e irritante desproporcionada en los Bull por lo que es necesario mantener al perro libre de insectos.
Otro de los males temporales más común es el padecimiento de los cachorros, hasta el año, de una repentina y severa cojera producto de una mala combinación entre el peso del animal y la densidad del músculo con las rápidas tasas de crecimiento y el activo carácter de la raza.
Según los mismos expertos, la hiperactividad y los sobreesfuerzos del joven Bull pueden llegar a generar una tensión excesiva sobre las inmaduras articulaciones de una raza caracterizada por su gran desarrollo muscular.
Por eso no se debe someter a un sobreesfuerzo a los jóvenes Bulls hasta que superan el año de edad.
Los Bull Terrier cambian su pelaje dos veces al año. Es recomendable durante ese periodo retirar el pelo que tiran con un guante especial, tanto por higiene del animal como por limpieza de la casa (los pelos blancos se ven más que los de color).
Por lo demás, el Bull es una de las razas que menos problemas de salud ofrecen en el mundo canino.